El desatacado sociólogo francés Alain Touraine, al presentar una vez a Manuel Antonio Garretón, hacía ver la dificultad que había, en décadas pasadas, en América Latina y Chile de mantener siempre la necesaria alianza entre espíritu científico y fe en la democracia. En términos más generales, entre conocimiento y ciencia, por un lado, y compromiso ético y soçial, por otro. A lo largo de su trayectoria, Garretón ha buscado ser una expresión de esta lucha por desarrollar ambas dimensiones.
Desde sus estudios de sociología, cuando era Presidente de la Federación de Estudiantes de su Universidad, dirigía una revista internacional de reflexión comprometida con los cambios que necesitaba América Latina y escribía un largo documento sobre el humanismo universitario. Más adelante, en el Centro de Estudios de la Realidad Nacional, trató de hacer de esa institución y sus publicaciones un testigo intelectual de los procesos que el país vivía.
Bajo la dictadura militar, este doble compromiso científico y ético social, se expresó la lucha por la sobrevivencia de los académicos perseguidos, constituyendo redes de solidaridad en América Latina, Europa y los Estados Unidos, y grupos de trabajo en Chile, coordinando informes de denuncias de los crímenes y violaciones de derechos humanos y de análisis social y político para entidades, entre otras, como el Tribunal Russel, la OEA , la Vicaría de la Solidaridad , integrando el Grupo de Estudios Constitucionales (Grupo de los 24), la Coimisión Nacional contra la Tortura y recorriendo el país para enseñar a analizar y comprender lo que se vivía. Este mismo doble compromiso intelectual y ético-político se expresa en el trabajo de conformación de instancias de reflexión, estudio y debate sobre la renovación del pensamiento de izquierda y socialista participando activamente en las Escuelas de Verano en Rotterdam y Mendoza con los exiliados de distintas generaciones, en los congresos de renovación socialista chilena en Europa y en el Grupo de Convergencia en Chile del que fue uno de sus fundadores y dirigentes. Más adelante integrará el Comité Técnico por el NO con ocasión del Plebiscito de 1988, en el que aportará especialmente, sus análisis de escenarios políticos. Con la llegada de la democracia, colaborará en el Ministerio de Educación, coordinando una Comisión que propondrá la creación de una nueva institucionalidad cultural, lo que culminara varios años despues en la creacion del Consejo Nacional de la Cultura y participará en Comisiones de Educación Superior proponiendo un cambio fundamental en el sistema y en la Ley Orgánica Constitucional, así como dirigirá la elaboración del programa educacional en la campaña del segundo gobierno democrático Asimismo iniciará los análisis críticos de los enclaves autoritarios, con especial énfasis en la cuestión de los derechos humanos, sobre lo que hará estudios y escribirá profusamente, y planteará más adelante la revisión de toda la institucionalidad heredada, empezando por una nueva constitución, y la calidad de la política.
En esta combinación de lo académico o científico y lo ético- político, se ha mantenido siempre autonomía intelectual y posición ética, buscando contribuir, junto a otros, a configurar un perfil de intelectual comprometido con la ciencia y lo académico y con la vida pública y el destino de un país.